Repetir

Llegaba el punto en que todo era repetición. Diego y yo sentados en algún techo o debajo de alguna ventana, mirando alguna cosa o imaginado otras. Por esos días no era todo risas como siempre. No entendía por qué pero algo se había fracturado. Ya no sentía que él era algo especial.
De repente él me miró fijo y con su mano congelada sujeto mi brazo, de una forma por demás violenta, puso su boca pegada a mi oído y dijo:
- Si lo soy, soy lo mismo de siempre, tu fantástica creación, sos vos la de problema Naty, sos vos quien no me escucha y no me da espacio. Estas perdida y no voy a decirlo más, es la cantidad de casas que armaste con fichas de dominó lo que te distrae.
Asentí. Diego siempre tiene la razón.

No hay comentarios: