Irse (Parte dos.-)

Si habría que renunciar a algunas cosas nada más, a la libertad por ejemplo, pero ¿Acaso hasta los que aman no lo hacen? Sí, Lucila creía que sí.
Todo empezó a tornarse muy simple, escaparse los viernes por la noche, con un padre que roncaba como el suyo no era complicado, conseguir entrar al boliche de los grandes con tan solo quince era solucionable con el maquillaje barato.
Intercambiar tragos por sonrisas que se notaban que eran falsas y más adelante besos por algo de ropa y algún perfume caro. Pronto conseguiría algún camionero o simple viajante que le haga la gauchada de llevarla a la Gran Cuidad.
Todo, todo con un solo fin, ser otra persona, olvidar la condena pre-natal y el día de mañana ser una señora bien.

1 comentario:

Amelia dijo...

cartu muy buena la historia de lucila... pero esta historia sigue??