Fue entonces cuando dimos inicio a lo que mas adelante llamaríamos “La Guerra del silencio”, casi en sincronía, ninguno hablaba ya con el otro, pasábamos por los cuartos de la casa lo más callados posible. Parecíamos fantasmas en el limbo. De un lado al otro sin decir nada y sin permitir tampoco que ningún aparato eléctrico se interponga en el maldito cementerio que habíamos construido.
Todo el día y todos los días en silencio (y ninguno de los dos que pensaba terminar con eso).
Sabes que siempre fui así, los extremos son lo mío y de ser fantástico como George Harrison, pasaste a ser un simple villano de caricaturas no inventadas, es decir, no existías. Pase a odiar todo lo que sabia de vos, me parecías feo, malo y poco educado. Ahora pensaba que tu forma de caminar no era graciosa, era triste, tan sólo te arrastrabas por la casa, en silencio
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