Fue al segundo que vimos indignados pasar ante nuestras narices el quinto colectivo de la línea 176, que se nos ocurrió el plan más brillante de todos.
La triste realidad de pertenecer a un pueblo tan dócil, incapaz de organizarse de manera pacifica pero totalmente revolucionaria ante tamaña injusticia, no nos dejaba otra alternativa que tomar alguna especie de resolución al respecto
Decía, fue en al momento de idearlo que no podíamos esperar para ponerlo en práctica, unos días después fue feriado lo que se ajusto a nuestra necesidad de tener todo el día libre para ello.
Caminamos de parada en parada y en cada una de ellas esperábamos el colectivo, levantábamos nuestro brazo y al cuando este frenaba, corríamos a toda velocidad sin poder parar de reírnos, era perfecto, era devolverles con la misma moneda, era venganza en su estado más puro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario