Fue en el mismo segundo en que Lucho le preguntó como era ser de buenos aires que a Pablo se le vinieron miles de imágenes a la cabeza. Su mirada se quedó detenida en la calle de tierra, respiró despacio y dijo:
- Se que fui a buscar algo, pero en la cantidad de cosas que se te ofrecen por segundo, no encontrás nada, es que nada te pertenece, por que nada dice tu nombre, todo es para todos. Lo único cierto es que por ahí la pizza es más rica que la de Ester.
Lucho lo miraba sin entender, pero la verdad es que ni se había esforzado por prestarle real atención a la explicación, es que justo Vanesa salía por la puerta de su casa para el almacén.
– ¡Suerte!- Llego a decir antes de desaparecer.
Pablo volvió a perderse en las partículas de la tierra de la calle, miró al cielo, busco la luna y se arrepintió de haberse alejado, todavía no entendía para dónde se había ido su mente todo este tiempo.
Mientras, Lucila se miraba al espejo, sin entender por que no era capaz de tener control sobre sus propios asuntos varios.
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