Sé y aunque ninguno de ellos me lo ha comentado, que no hay cosa que cause más fobia a los barriletes que el viento, siendo ese lugar que se les reserva sobre el placard, al ladito de las carpetas del año anterior, el sitio más confortable durante la estación más feliz de sus vidas, el invierno.
Confundidos los niños creerán que les gusta volar, pero es el intento de soltarse con el fin de atravesar parte de la atmosfera lo que los anima a intentar, en cada visita al campo, un vuelo cada vez más alto.
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