Ayer fue uno de esos días en que Penny vino a mi riendo, situación que se da muy esporádicamente. Yo la miraba, entre sus carcajadas no podía entender qué es lo que trataba de decirme.
Cuando por fin se calmo pudo contarme que en un momento de la tarde me dejo para irse a caminar por ahí con alguien que conoció. Resulto que iban por un lugar muy estrecho, y se corto con un algo filoso que andaba suelto, la cuestión es que descubrió que del tajo en su brazo salía algo pegajoso y transparente, no se iba a quedar con la intriga y miro lo mas que pudo dentro de la herida, descubrió que en ella no hay ni venas ni arterias ni nada de todo eso, si no ramas, con sus respectivas hojas por supuesto.
“Es una gran historia” le alcance a decir.
Lo que en el mismo instante la hizo volver a ella como es siempre, “No pongas cara de sorprendida, vos me creaste y deberías ya saberlo no?”
Odio cuando me recrimina eso. Su asquerosa existencia.
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