
En ese mismo segundo la gente dejaría de caminar y se quedaría inmóvil en su lugar, como estatua. Hasta Lucila se quedaría también en su lugar pero mirando a sus costados sin saber cómo es posible que el mundo se detenga así, se sorprendería al escuchar música, una especie de tango pero sin letra, miraría al cielo, sin entender, pero sin miedo.
A Pablo por su parte se le aparecerían miles de flechas blancas de entre la gente, que le señalarían para donde debería ir al encuentro de su Verdadero Amor, cosa que haría con un paso lento, llegando al trote, pero sin correr.
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