Limones.-

Le comentaba a Diego cuando estábamos sentados en la puerta, en uno de esos días donde las nubes no le permiten a uno usar lentes de sol, mi sueño de la siesta de ayer. Yo estaba acostada en el piso y dos señores gigantes me sujetaban de los brazos y me obligaban a comer limón, así sin azúcar o tequila.
Diego jugaba a dibujar triángulos en la tierra con una rama, ni me miraba.
Me dijo que eso de los sueños era medio raro, que eran como deseos enjaulados, pero que lo que es más peligroso es eso de los deseos, que en la mente son fantásticos pero, cuando uno los tiene en vivo y en directo no son tan geniales, entonces, la solución seria ser lo más especifico posible a la hora de formularlos o simplemente habría que tener muchísimo cuidado con lo que se desea y que no se le ocurría mas nada sobre este asunto y siguió mirando a la tierra.
Bueno, le dije, no me hubiese molestado gastar subconsciente en soñar con limones, el problema fue que desperté con gusto ácido en la boca y fue ahí donde me preocupe, es que me entro un pánico terrible de estar mezclando mis sueños y bueno, la realidad.
Diego me dijo que para que me preocupaba si, a estas alturas, estar sentada hablando al aire, no me afectaba en lo más mínimo.
Asentí, Diego siempre tiene razón.

1 comentario:

el ex-centrico dr melody gordon dijo...

salute, amiga, compañera de esas vueltas desde el san alfonso, vi cosas muy intereesantes, otras menos y otras no las vi (fue una pasada rapida), adios y gracias por algunas ideas.


lo siguiente me encanto:

Nunca se sabe si la falta de respeto a la hora de los cruces peatonales puede ser motivo de ofensa de un insecto que pronto se verá con la posibilidad de pisar un simple humano.

y tambien lo de cambiarle el nobmre a las boleterias de los subtes, buen argumento para combatir contra mi novia estudiante antropologia (obstinados en cambiarles el nombre a las cosas).